Decorar con cuadros abstractos ¡todo un acierto!
Las ventajas del arte abstracto en la decoración
En esta entrada de blog vamos a ver todas las ventajas que supone la elección de un cuadro de arte abstracto para decorar las paredes de nuestro proyecto de interiorismo.
Dentro de la decoración de interiores, decorar las paredes es una de las claves para crear una estancia llena de personalidad, ofreciendo color y originalidad a cada rincón.
El arte abstracto es una forma de expresión artística que no representa objetos o escenas del mundo real, sino que utiliza elementos visuales como la forma, texturas y el color para crear una composición que tiene un significado propio e independiente.
Uno de los principales motivos por las que el arte abstracto encaja tan bien en la decoración es su versatilidad. Este estilo es perfecto para cualquier espacio, ya que permite darle al espectador la libertad de ver y descubrir el mensaje del cuadro, despertando emociones y estimulando su imaginación, esta es una cualidad que me fascina.
El uso del color es clave en un cuadro abstracto y por lo tanto, en su aplicación en la decoración. Los colores vivos y fuertes provocan vitalidad y personalidad al espacio, mientras que los tonos suaves crean ambientes más relajados y serenos, por ello en la decoración, el arte abstracto puede ser utilizado para crear equilibrio o por el contrario contraste en su entorno, y tenemos que tener muy claro cual es nuestro objetivo.
La elección del color en un cuadro de arte abstracto puede determinar la sensación general de la decoración, por ello hay que elegir una paleta de colores acorde con la decoración diseñada.
Para mis trabajos, personalizo cada encargo y me baso en la paleta de colores de materiales y acabados del proyecto de interiorismo, para crear un cuadro con las tonalidades acorde a su propuesta, de esta manera todo encajará a la perfección y el resultado final siempre será armonioso con el estilo que se ha diseñado.
Para terminar, mi consejo es que es muy importante saber encontrar el equilibrio, entre el cuadro y la decoración, para que la obra no compita, sino que complemente la decoración de la estancia.